Fundación Itinerancia y Promesa Burgohondo

El proyecto de la Fundación Itinerancia y Promesa Burgohondo emerge vigoroso y espléndido, discreto y emprendedor en instancia de vida y esperanza. Irrumpe como lugar simbólico en el altozano de Burgohondo, Ávila (España), plantado en las estribaciones de dos majestuosas sierras: La Paramera y Gredos.

Se nos ha dado. Inmensidad. Erguido, infinito a la vez que guardado por masas imponentes que lo colocan delicadamente en medio del valle. La colina de Burgohondo desciende alegre y amorosa, henchida de fuerza y profundidad. Contundentes moles de granito sustancializando el espacio en esencias. Recorriéndola atravesamos lo telúrico, hasta tocar los secretos de lo bello, sentir la proximidad de lo trascendente, la atracción de lo sublime, el silencio clamoroso. Este lugar está trazado como camino por el que avanzan mujeres y hombres, pueblos y culturas, creencias y búsquedas de plenitud en la fuerza de lo dado y de lo creado. Se levanta en el estremecimiento del don, de lo gratuito. Constituye, por su misma ubicación, una llamada a la sostenibilidad, cuidado y comunión implicativa con el misterio de la vida, de la tierra, de la carne.

Un lugar que arde en llama de misterio. Yo soy el que soy. He decidido sacaros de la opresión y conduciros a la liberación. Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado (cfr Ex 3). Sagrado porque escuchamos la realidad pronunciándonos en destino de salvación prendiéndonos en su Espíritu, adentrándonos en la intimidad del amor eterno. Las personas llegamos a dialogar e intimar, suplicar y esperar. La confianza en Dios Padre es fundamento y dinamismo. La montaña de Burgohondo será permanente éxodo hacia el absoluto del misterio santo del existir, lugar de reflexión, celebración, adoración; trance y dinamismo del reino que está llegando en Jesús el Mesías desde la gracia de ser su Iglesia.

El Señor Dios plantó un huerto y colocó en él al hombre que había modelado (Gn 2, 8). La persona, los pueblos, los valores brotan en alternativas de futuro desde tierras roturadas en relaciones y vinculaciones generadoras de aliento profético, alumbrador de entrañable compasión y energía liberadora. Opción, alternativa de vida. Es ámbito de confianzas, comprensiones y sabiduría en escucha de lo frágil, tembloroso, buscador. Recoge, comparte trayectorias y procedencias en grito y anhelo de lo valioso, verdadero, sanador. Hallazgo de carne y cordialidad. Discernimiento de lo posible y de lo mejor. Itinerancia y promesa, Burgohondo propicia, desde instancias y dinámicas capacitadas, nacer de nuevo, encontrarse en origen. Siempre es posible comenzar, dialogar, esperar.

Existencialidad y belleza, ecología y arquitectura. El gemido, la memoria, el ímpetu por existir en libertad y creatividad nos insta a concebir este espacio en expresividad estética. Y creo Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios los creó para llenar la tierra (Gn 1, 27). Alumbrándola en profundidades simbólicas, en proyecciones humanizadoras, transformar la naturaleza en humanidad, proyectarla en un diálogo amoroso, creador con lo real.

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